
Cuando me escuchan yo cuento el ejemplo de las copas y el champagne... Una copas de marcha me las tomaría con mis amigos, una botella de champagne con mi mujer (a ser posible en una bañera llena de espuma). Lo que no voy a hacer es olvidar a una o a otros, ser de piñón fijo.
Ser un gourmet es parecido. No comemos foie y ostras cada día, ni falta que nos hace. Pero no renunciamos a probar cada exquisitez que vemos, siempre con la mirada crítica de quien piensa que puede existir algo mejor.
A lo mejor es nuestra terapia contra la infidelidad, o nuestra pequeña muestra de rebeldía contra la sociedad y las normas establecidas. Pasta con tomate sí, pero, ¿por qué no también con pesto rosso?
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